Si estás leyendo este post es porque probablemente hayas sufrido algún tipo de trauma y no sabes cómo superarlo, o quizás no lo hayas sufrido tú, pero sí algún amigo o familiar y no sabes cómo ayudarle. Si es tu caso, continúa leyendo y si no seguramente te resulte interesante.
En primer lugar, la palabra trauma es una palabra derivada del griego y significa “herida”, en concreto es una herida psicológica que puede ser provocada por una gran variedad de experiencias adversas y que si no se ha logrado cerrar por varias razones puede seguir sangrando provocando síntomas, como miedo, inseguridad, ansiedad, baja autoestima, etc. La mayoría de las personas asocian la palabra trauma a problemas originados por desastres naturales, como terremotos, huracanes, inundaciones o desastres ocasionados por el hombre, como accidentes, abusos, violaciones, etc., pero en realidad, cualquier acontecimiento o acontecimientos que provocan un impacto súbito y estresante en el cerebro de la persona que lo vive es un trauma. A estos hechos les solemos dar poca importancia por su repetición y frecuencia, pero pueden ser igual o más dañinos que los anteriormente mencionados. Estoy hablando de las humillaciones, las separaciones, el acoso, la desprotección, los abandonos… El daño ocasionado por el trauma, ya sea un terremoto o humillaciones en la infancia por ejemplo, dependerá de cada persona, de su historia, de la frecuencia con la que se dio, de la gravedad, la edad que tenía cuando ocurrió, la protección que recibió y los recursos de los que disponía. Dependiendo de estos factores, una parte de las personas podrá elaborar sus heridas sin necesidad de acudir a ayuda profesional especializada, pero otra parte, sin embargo, se verá afectada por trastornos psicológicos. El trauma provoca también un impacto en el self, en como se ve a sí misma la persona, generando una creencia negativa, irracional y generalizada sobre sí misma y el mundo que le rodea.
Al igual que una herida física, para que esta herida sane y no se cronifique, se necesitará que el paciente tenga capacidad de resistencia y un cierto grado de ayuda externa. Sin embargo, si esto no se da se puede producir un proceso de supuración y la posterior formación de un abceso, lo que perjudicaría al paciente durante un tiempo y provocaría diversos cuadros clínicos en el transcurso de este proceso traumático. Aunque la mayoría de las heridas suelen sanar con facilidad, cuando se trata de pacientes con lesiones graves, las complicaciones que pueden surgir son mayores.
¿Qué ocurre en el cerebro con la información de un suceso traumático? En términos específicos, todos disponemos de manera natural de un sistema de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI) que consiste en un equilibrio neurológico en un sistema fisiológico definido, que permite que la información sea procesada hasta alcanzar una “resolución adaptativa”. Con resolución adaptativa quiero decir que se realizan conexiones con asociaciones apropiadas y que la experiencia es empleada constructivamente por el individuo y es integrada a un esquema cognitivo y emocional positivo. Es decir, lo que resulta útil es aprendido y almacenado con los sentimientos y emociones apropiados y está disponible para ser usado en el futuro. Por ejemplo, imagina que te sucede algo negativo, como una circunstancia humillante en el trabajo, y esto te genera malestar, pero pensamos acerca de ello, soñamos con ello y hablamos de ello con nuestra pareja, familiares y/o amigos. Pasado un tiempo, este hecho ya no te perturba y la experiencia se almacena de manera apropiada como una experiencia que guíe nuestras actuaciones en el futuro. Por lo tanto, aprendemos algo acerca de nosotros mismos y de las otras personas, comprendemos mejor las situaciones que vivimos en el pasado y estamos mejor preparados para manejar situaciones similares en el futuro.
Pero cuando alguien experimenta un acontecimiento traumático severo, como un accidente de coche por ejemplo, o cuando la situación anterior del ejemplo se repite con frecuencia o junto a otro evento traumático como una separación, ocurre un desequilibrio en el sistema nervioso que hace que este sistema PAI se bloquee y no funcione de manera óptima impidiendo que la información adquirida en el momento del suceso traumático (imágenes, sonidos, emociones o sentimientos y sensaciones físicas) se procese, se integre con el resto de la información y se almacene correctamente en las estructuras cerebrales. Lo que ocurre es que el material original del recuerdo se almacena de una forma fragmentada en el cerebro y en un estado angustiante y excitatorio. Este material puede ser detonado por toda una variedad de estímulos, tanto internos como externos, y puede ser expresado bajo la forma de pesadillas, flashbacks y pensamientos intrusivos. Esto puede darte la sensación de estar volviéndote loco por la aparición de recuerdos relacionados con el trauma, pero este hecho no se debe a alucinaciones psicóticas sino a pseudoalucinaciones postraumáticas.
En una parte de los afectados por un acontecimiento traumático, la información almacenada a nivel subcortical (emocional y sensorial) se elabora de manera espontánea, sobre todo en los primeros momentos después del incidente. De este modo, se produce una integración del recuerdo traumático y una remisión de la sintomatología. Pero, en otra parte de las víctimas, esto no se da y probablemente de deba a factores situacionales perturbadores que afectan a la gravedad del trauma. En estos casos, la herida no se cierra espontáneamente y surgen complicaciones en la cicatrización.
Si es tu caso y el trauma que has vivido no se ha elaborado de manera espontánea y aparece o se dispara en ciertas situaciones no significa que estés loco y que no tenga solución, sino que una parte de tu cerebro se bloqueó, como he explicado anteriormente, y no pudo procesar de manera espontánea la información. Para que se llegue a procesar e integrar sin causar más malestar psicológico necesitarás la ayuda de un profesional de la psicología o de la psiquiatría entrenado y capacitado para tal fin. Actualmente se considera, que dentro de los trastornos asociados al trauma, EMDR es uno de los métodos psicoterapéuticos mejor estudiados y más eficaces en el tratamiento de estos trastornos. Existe un gran número de estudios controlados que documentan su eficacia. Trabaja sobre el propio sistema de procesamiento del paciente y está recomendado para el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles en la vida del sujeto, desde fobias, ataques de pánico, muerte traumática y duelos, incidentes traumáticos en la infancia, accidentes, etc. También se usa para mejorar el rendimiento en el trabajo, en los deportes y en las interpretaciones artísticas. Es eficaz porque va directamente a los recuerdos donde quedó atrapado el trauma, dando la oportunidad al sistema de hacer lo que no pudo hacer en su momento, bien porque era muy pequeño y no disponía de los recursos ni de la ayuda necesaria o porque siendo adulto le ocurrieron varios traumas a la vez, como por ejemplo, un despido laboral y una ruptura sentimental.
Si has pasado por una o varias experiencias traumáticas con las que todavía andas a cuestas y no se han resuelto de manera espontánea o con la ayuda de otros métodos psicoterapéuticos ponte en contacto conmigo y juntos ayudaremos a tu sistema a hacer el trabajo que no pudo hacer en su momento.